Osvaldo Antonio Sotelo / CDP NOTICIAS
El Golfo de México es ahora el cementerio flotante del icónico restaurante “El Atracedero”, cuya estructura se encuentra a la deriva una semana después de ser arrastrado por la corriente generada por las devastadoras inundaciones en el municipio de Tuxpan. El local, que fue un símbolo de la vida social y económica de la región, se ha convertido en una melancólica postal de la catástrofe.
La fatal odisea comenzó la noche del pasado 10 de octubre. Días de lluvias torrenciales provocaron el desbordamiento sin precedentes del río Tuxpan, lo que resultó en la ruptura de las amarras que sujetaban el antiguo restaurante flotante. Testigos en la zona reportaron haber escuchado un fuerte crujido alrededor de las 21:30 horas, marcando el inicio del viaje solitario de la estructura por el litoral veracruzano.

En su largo y destructivo trayecto, el restaurante se fragmentó en dos partes. La primera fue avistada por pescadores a más de 340 kilómetros al sur de su origen, en aguas del municipio de Alvarado. Sorprendentemente, esta sección fue localizada mar adentro, a más de 100 millas de la costa, y en condiciones relativamente intactas.
El hallazgo más reciente y conmovedor se produjo a escasas millas del puerto de Coatzacoalcos, luego de que los restos atravesaran la región de Los Tuxtlas. En ese punto, emergió la segunda parte de “El Atracadero”: la estructura de dos niveles, ladeada por el fuerte oleaje e inundada en su interior. La imagen es un crudo testimonio de la fuerza del río que lo arrancó de su muelle.

Inaugurado en 2004, “El Atracedero” fue una audaz apuesta arquitectónica sobre pontones flotantes que definió una época dorada en Tuxpan. Entre 2008 y 2015, fue un punto de encuentro predilecto para familias, empresarios y turistas, famoso por su paella valenciana y su cava de vinos. Hoy, lo que queda es un despojo flotante, un recuerdo tangible y empapado de una prosperidad que se esfumó.

