Agencias
Jair Bolsonaro enfrenta hoy a la justicia en Brasil en un juicio que se proyecta que dure dos semanas. Él y otras personas de su círculo cercano han sido imputados por “golpe de Estado” e intentar la “abolición violenta del Estado democrático de derecho”.
Que un expresidente rinda cuentas ante un tribunal no es una rareza en la Latinoamérica actual.
En Colombia, Álvaro Uribe fue declarado culpable de fraude procesal este verano,en un caso que se prolongó durante 13 años y concluyó con la primera condena penal de importancia para un expresidente de ese país.
En Argentina, Cristina Fernández de Kirchner fue condenada a prisión en junio e inhabilitada para ocupar cargos públicos por el resto de su vida debido a cargos de corrupción.
En Bolivia, Evo Morales, que gobernó el país casi 14 años, tiene una orden de búsqueda pues se le acusa de trata de personas y de haber sostenido una relación con una niña de 15 años durante su mandato.
Y en Perú, donde existe un centro de detención destinado a presidentes, el mes pasado se dictó prisión preventiva a Martín Vizcarra, con lo que pasará a ser el cuarto presidente encarcelado del país (un quinto exmandatario está en arresto domiciliario).
El propio mandatario actual de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, pasó tiempo en la cárcel debido a una condena por corrupción.
En el caso de Bolsonaro —que lideró el país entre 2019 y 2023 y buscó reelegirse—, la justicia lo acusa de encabezar un amplio complot para revertir las elecciones de 2022 y quedarse en el poder luego de ser derrotado en las urnas. Entre las medidas de las que se le acusan están: sembrar desconfianza sobre el proceso electoral; otorgar facultades especiales al ejército, desmantelar el poder judicial e incluso envenenar a su rival.
El caso se complica porque el Supremo Tribunal Federal de Brasil tiene amplios poderes y el país se cuestiona algunos de los fundamentos de su democracia.
Nuestros colegas Jack Nicas y Ana Ionova llevan años cubriendo el debate sobre el alcance del poder judicial brasileño y plantearon así el dilema que enfrenta el país con el juicio a Bolsonaro:
¿Se trata de un giro peligroso y autoritario del más alto tribunal de Brasil? ¿O se trata de una democracia imperfecta que intenta por todos los medios hacer frente a una amenaza autoritaria en la era de internet?

